viernes, 19 de abril de 2013

Sábado, el cuarto mandamiento de la inmutable Ley de Dios



El Sábado

El bondadoso Creador, después de los seis días de la creación, descanso el séptimo, e instituyó el sábado para todos los hombres como un monumento creativo de la creación. El cuarto mandamiento de la inmutable ley de Dios requiere la observancia del séptimo día como día de reposo, adoración y ministerio, en armonía con las enseñanzas y la práctica de Jesús, el Señor del sábado. El sábado es un día de agradable comunión con Dios y con nuestros hermanos. Es un símbolo de nuestra redención en Cristo, una señal de nuestra santificación, una demostración de nuestra lealtad y una anticipación de nuestro futuro eterno en el reino de Dios. El sábado es la señal perpetua del pacto eterno entre él y su pueblo. La gozosa observancia de este tiempo sagrado de una tarde a otra tarde, de la puesta de sol a la puesta de sol, es una celebración de la obra creadora y redentora de Dios (Gen. 2:1-3; Exo. 20:8-11; Luc. 4:16; Isa. 56:5-6; 58:13-14; Mat. 12:1-12; Exo. 31:13-17; Eze. 20:12, 20; Heb. 4:1-11; Deut 5:12-15; Lev. 23:32; Mar. 1:32).




Isa 58:13  Si retrajeres del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y al sábado llamares delicias, santo, glorioso [día] del SEÑOR, y lo venerares no haciendo tus caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando [tus propias] palabras. 
Isa 58:14  Entonces te deleitarás en el SEÑOR: y [yo] te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te haré comer la heredad de Jacob tu padre, porque la boca del SEÑOR ha hablado. 



¡FELIZ SÁBADO!




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