La teoría según la cual nada importa lo que los hombres creen, es
uno de los engaños que más éxito da a Satanás. Bien sabe él que la
verdad recibida con amor santifica el alma del que la recibe; de aquí
que trate siempre de sustituirla con falsas teorías, con fábulas y con
otro evangelio...
Las interpretaciones vagas y fantásticas de las Santas Escrituras,
así como las muchas teorías contradictorias respecto a la fe religiosa,
que se advierten en el mundo cristiano, son obra de nuestro gran
adversario, que trata así de confundir las mentes de suerte que no
puedan descubrir la verdad. Y la discordia y la división que existen
entre las iglesias de la cristiandad se deben en gran parte a la
costumbre tan general de torcer el sentido de las Sagradas Escrituras
con el fin de apoyar alguna doctrina favorita. En lugar de estudiar con
esmero y con humildad de corazón la Palabra de Dios con el objeto de
llegar al conocimiento de su voluntad, muchos procuran descubrir algo
curioso y original.
Con el fin de sostener doctrinas erróneas o prácticas
anticristianas, hay quienes toman pasajes de la Sagrada Escritura
aislados del contexto, no citan tal vez más que la mitad de un versículo
para probar su idea, y dejan la segunda mitad que quizá hubiese probado
todo lo contrario. Con la astucia de la serpiente se encastillan tras
declaraciones sin ilación, entretejidas de manera que favorezcan sus
deseos carnales. Es así como gran número de personas pervierten con
propósito deliberado la Palabra de Dios. Otros, dotados de viva
imaginación, toman figuras y símbolos de las Sagradas Escrituras y los
interpretan según su capricho, sin parar mientes en que la Escritura
declara ser su propio intérprete; y luego presentan sus extravagancias
como enseñanzas de la Biblia.
Siempre que uno se da al estudio de las Escrituras sin estar
animado de un espíritu de oración y humildad, susceptible de recibir
enseñanza, los pasajes más claros y sencillos, como los más difíciles,
serán desviados de su verdadero sentido...
La Palabra de Dios es clara para todos aquellos que la estudian
con espíritu de oración. Toda alma verdaderamente sincera alcanzará la
luz de la verdad
Maranatha, Ellen G. White
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